Es sábado, seis de la tarde. Luis (nombre ficticio) lleva a su hija de 14 años en coche al centro de Madrid. Lo que su «pequeña» le ha dicho es que va a salir con sus amigas. Lleva unos vaqueros y una camiseta normal. La deja en la calle Barceló, donde se ubican algunas de las discotecas de renombre de la capital, la mismas que acogen sesiones light (para menores de 18 años) todos los sábados al año. Lo que Luis desconoce es que su hija, a la que tiene que recoger a las diez de la noche, cruzará la puerta de una de estas salas y ya en el baño cambiará su indumentaria por un corpiño negro de encaje que resaltará sus voluminosos senos, un atuendo que adornará con un liguero de leopardo y unas medias de rejilla. Para culminar, unos tacones de diez centímetros y la plataforma de la discoteca la elevarán durante más de dos horas a lo más alto del recinto. Su cuerpo se meneará al son de la música bajo la atenta mirada de centenares de adolestentes con las hormonas revolucionadas.
Llegan las 21.30 horas. Esta «cenicienta» descocada vuelve a su uniforme de niña buena y pasa por caja para cobrar, de forma ilegal, 50 euros. A la salida le espera su padre, quien se la lleva de vuelta a casa. Pero el secreto de esta princesa acabó el pasado mes de marzo. El de ella y el de otras siete niñas que eran captadas por los organizadores de estas sesiones light para bailar en discotecas de prestigio de la capital. Una exhibión de su cuerpo y su arte para moverse que les reportaba en algunos casos unos euros y en otros, consumiciones y la entrada gratuita al recinto.
Los agentes tutores del departamento de Menores de la Unidad Central de Investigación de la Policía Municipal de Madrid llevaron esta investigación. Duró tres meses y fue puesta en marcha por requerimiento del Defensor del Menor, Arturo Canalda. Los agentes peinaron todas las discotecas madrileñas hasta que un fin de semana de marzo vieron que había una red donde unos niños contactaban con niñas para ejercer de gogo's y relaciones públicas. A su vez, estas jóvenes contactaban con otras.
Operación compleja
La operación se saldó con 14 personas imputadas por un delito de corrupción de menores tras detectar a ocho bailarinas de entre 14 y 15 años en ropa ligera en diversas discotecas importantes de la capital. Están imputados los dueños de las salas, los relaciones públicas y los que llevan la empresa de eventos.
Actuaban tres o cuatro niñas por sesión. Todas, adolescentes de bien procedentes del barrio Salamanca, Aravaca o Alameda de Osuna, entre otros. «El problema es que ven que con su cuerpo pueden obtener dinero y no dejan de prostituirse por dos coca colas», explica el oficial Juan Manuel González, quien coordina la figura de los 190 Agentes Tutores de Madrid desde la Subinspección Central de la Policía Judicial.
A las niñas gogós se las filió y se las citó para declarar. Se llevó a cabo un reportaje fotográfico que se envió al fiscal. En las imágenes aparecían las adolescentes, que aparentaban ser mayores de edad, vestidas como la chica que se ve en estas páginas. Los padres de las identificadas estaban indignados cuando la Policía les llamó para contarles lo sucedido y les mostraron las imágenes.
Sesiones light
En las sesiones light, según detallan los Agentes Tutores, se cumplen los aforos y no se vende alcohol, pero alrededor de las discotecas hay establecimientos de alimentación que suministran bebidas etílicas a los menores. «A veces se las apañan para meter en el interior botellas pequeñas. Las introducen en los bolsos y luego la mezclan con los refrescos», apuntan. Todos los sábados, desde 2010, se monta el servicio de los Agentes Tutores, vigías de los menores madrileños, alrededor de estas funciones. Las fiestas se detectan a través de las redes sociales y se celebran los sábados de 19 a 21 horas. Si se descubre droga en el interior de la sala se levanta acta. Si hay permisividad del recinto, la diligencia se manda a la Comunidad de Madrid para que tome cartas en el asunto.
Salas latinas, otro ambiente
La función de estos policías se centra más en exteriores que en el interior de la discoteca, pero su mano llega hasta la pista de baile. En las afueras detectan: microbotellones, chinos vendiendo alcohol y si se incautan sustancias como tabaco o droga a los menores se avisa al padre, ya sea por tenencia o por consumo, una sanción que puede acarrear 350 euros.
Desde la Unidad de Menores informan de que en en el interior de discotecas latinas sí que se han requisado bebidas alchólicas. «Es otro mundo, otro ambiente. Están más desinhibidos sexualmente y, por ejemplo, piden que quiten el aire acondicionado para crear un ambiente más caliente e incluso hay más consumo de drogas en el exterior», señalan.
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