Cuando el Papa llegue a Madrid se dará con toda seguridad un baño de multitudes: a su llegada le espera una marea de feligreses y millares de devotos dispuestos a seguir una misa por pantalla gigante, jóvenes de medio mundo pregonando la fe cristiana, y miles de rollos de papel higiénico en su honor. Sin embargo, no todo podía resultar tan sencillo. Su santidad tendrá que lidiar, también, con la escenificación de un vía crucis reivindicativo, la colocación de puestos informativos en los lugares donde se hospedarán los peregrinos y con una manifestación en Neptuno paralela a la misa de inauguración en Cibeles de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ). Los artífices de estos "obsequios": el movimiento 15-M.
La amenaza de boicot del 15-M ha subido de nivel y se teme que las alertas provoquen un efecto llamada para muchos otros ciudadanos contrarios a la visita papal. En este sentido, los 'indignados' han redactado algunos de los textos divulgados en tomalaplaza.net, en los que se "deplora que las autoridades españolas derrochen recursos para el recibimiento del Papa y su estancia de 79 horas, en lugar de destinarlos a la salud pública". Los temores policiales se basan en los resultados que ha arrojado la encuesta de la consultora Ipsos Public Affairs, difundida por Radio Televisión Española, que contabiliza en seis millones el número de españoles que, de alguna u otra manera, han participado o apoyado de alguna manera el movimiento 15-M. No es, desde luego, moco de pavo.
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