"Salí a trabajar como cualquier otro día. Acababa de preparar una orden que me había pedido un cliente. Oí una explosión, me di la vuelta y vi que venía algo oscuro; sentí el golpe y, pensando que era una piedra, intentaba sacármela con mi mano. Cuando caí al suelo, mi compañero me ayudó y me trasladaron al Hospital General de Culiacán [México]. Siempre estuve consciente, pero empecé a darme cuenta de que la situación era grave. Mis pensamientos eran mis hijos y mi familia. Yo me sentía tranquila y nunca me permití pensar 'me voy a morir'".
Así habla Karla Noemí Flores Quiroz, una mexicana de 32 años, casada y madre de tres niños. El relato era de un sábado en el restaurante de Culiacán en el que trabaja. Fue allí donde recibió el impacto de una ojiva arrojada con un lanzagranadas. Aunque ella no lo pudo ver, el dolor que describe es el de la misma ojiva que se le quedó incrustada en la cara. Fue llevada de inmediato al hospital en el coche de un conductor anónimo, donde se reveló la gravedad de su situación: ningún médico se atrevía a operarla; el objeto podía explotar en cualquier momento. La única opción de Karla era esperar a que llegara personal del ejército especializado en explosivos y desactivaran el arma que llevaba en la mejilla derecha.
No debió ser una espera fácil: cada segundo que pasaba podía ser su último. La bomba podía explotar sin previo aviso y acabar con su vida de inmediato. Así pasaron ocho horas hasta que pudo ingresar en el quirófano. Sobrevivió milagrosamente, pero solo fue la primera de muchas intervenciones que necesita para recuperarse del incidente. Karla no sabe si podrá someterse a ellas: no tiene seguridad social y los ingresos de la familia a veces no dan para pagar la atención médica que precisa.
Al principio no podía hablar. Con gran esfuerzo escribió en un papel "Solamente Dios sabe por qué yo". Se trata de una afirmación de lo más pertinente: no se sabe por qué ella tiene que pagar por un ataque cuyo autor y cuyos motivos se desconocen; solo es uno más de los que se viven casi a diario en Sinaloa, el estado donde ella reside. Es una de las zona más peligrosas de un país, México, que cada día es más inseguro. Solamente el lunes pasado cinco personas murieron asesinadas. Hablando para el diario mexicano Debate, ella resumía su triste fortuna con sorprendente concisión: "Hay mucha violencia. Ojalá las autoridades pongan más de su parte para resolver esta situación".
http://www.es.noticias.yahoo.com/
Así habla Karla Noemí Flores Quiroz, una mexicana de 32 años, casada y madre de tres niños. El relato era de un sábado en el restaurante de Culiacán en el que trabaja. Fue allí donde recibió el impacto de una ojiva arrojada con un lanzagranadas. Aunque ella no lo pudo ver, el dolor que describe es el de la misma ojiva que se le quedó incrustada en la cara. Fue llevada de inmediato al hospital en el coche de un conductor anónimo, donde se reveló la gravedad de su situación: ningún médico se atrevía a operarla; el objeto podía explotar en cualquier momento. La única opción de Karla era esperar a que llegara personal del ejército especializado en explosivos y desactivaran el arma que llevaba en la mejilla derecha.
No debió ser una espera fácil: cada segundo que pasaba podía ser su último. La bomba podía explotar sin previo aviso y acabar con su vida de inmediato. Así pasaron ocho horas hasta que pudo ingresar en el quirófano. Sobrevivió milagrosamente, pero solo fue la primera de muchas intervenciones que necesita para recuperarse del incidente. Karla no sabe si podrá someterse a ellas: no tiene seguridad social y los ingresos de la familia a veces no dan para pagar la atención médica que precisa.
Al principio no podía hablar. Con gran esfuerzo escribió en un papel "Solamente Dios sabe por qué yo". Se trata de una afirmación de lo más pertinente: no se sabe por qué ella tiene que pagar por un ataque cuyo autor y cuyos motivos se desconocen; solo es uno más de los que se viven casi a diario en Sinaloa, el estado donde ella reside. Es una de las zona más peligrosas de un país, México, que cada día es más inseguro. Solamente el lunes pasado cinco personas murieron asesinadas. Hablando para el diario mexicano Debate, ella resumía su triste fortuna con sorprendente concisión: "Hay mucha violencia. Ojalá las autoridades pongan más de su parte para resolver esta situación".
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