13 oct 2011

Diez casos de supervivencia y aguante humano

Los casos más excepcionales de supervivencia ponen en evidencia la persistencia y durabilidad del espíritu humano y el coraje de quienes son forzados a experimentar retos extraordinarios. Tener que amputarse su propio brazo o comer carne humana, son algunos ejemplos de ello.

La historia del estadounidense de 67 años de edad que sobrevivió comiendo insectos, hojas y agua de riachuelos durante seis días tras caer en un barranco de un bosque nacional cerca de Los Ángeles trae a la memoria otros casos de supervivencia en la adversidad.
Pero los casos más excepcionales de supervivencia ponen también en evidencia la persistencia y durabilidad del espíritu humano y el coraje de quienes son forzados a experimentar retos extraordinarios.

Juliane Koepcke, 1971
La chica de 17 años y su madre, una zoóloga, viajaban en un avión turbohélice desde Lima a un lugar remoto de la selva amazónica en Perú, donde la nave sufrió el impacto de un rayo. El fuselaje se rompió en pedazos y Juliane permaneció en su asiento, en una hilera que quedó intacta.
Los otros 91 pasajeros fallecieron en el accidente. Durante los diez días siguientes, mientras sus heridas se llenaban de larvas, la adolescente deambuló a través del bosque y de riachuelos infestados de cocodrilos, hasta que finalmente encontró una choza en un río, donde la rescataron unos leñadores.

El equipo amateur de rugby, 1972
Un avión fletado de la Fuerza Aérea uruguaya se dirigía a Chile cuando se estrelló en la cordillera de los Andes, causando la muerte de 12 de las 45 personas a bordo. Atrapados en una montaña nevada y aislada, algunos murieron al poco tiempo debido a sus heridas, al frío o por inanición.
Cuando se quedaron sin comida, algunos de ellos comieron la carne de los muertos, pero uno que se negó a hacerlo murió de hambre. Los 16 sobrevivientes fueron rescatados 72 días después del accidente, cuando dos de ellos atravesaron la cordillera durante diez días para buscar ayuda en Chile.

Joe Simpson, 1985
Los montañistas británicos Joe Simpson y Simon Yates estaban escalando la montaña Siula Grande, de 6,400 metros, en los Andes peruanos, cuando Simpson, que tenía 25 años, cayó y se rompió la pierna. Yates, de 21 años, pasó un día tratando de bajar a Simpson con una soga hasta la base, pero por error terminó bajándolo a un saliente. Simpson quedó colgado sin poder hacer nada. Yates cortó la soga para salvar su propia vida, Simpson cayó al costado de la montaña. Atrapado sin agua ni comida, lisiado y sufriendo alucinaciones por el dolor, Simpson logró de todos modos trepar fuera de la grieta y avanzar lentamente a través de un terreno pedregoso, un glaciar, alrededor de un lago y hasta un valle rocoso. Tres días y medio después, llegó al campamento.

Aron Ralston, abril de 2003
Protagonista de la película de Danny Boyle 127 Hours, Aron Ralston estaba caminando solo por un remoto cañón en Utah, cuando una roca cayó junto a su brazo y lo atrapó. El experimentado excursionista, de 27 años, se quedó sin agua tres días después. Pasaron otros dos días para que advirtiera que su única posibilidad de supervivencia sería una acción drástica: cortar su propio brazo. Entonces descendió hasta el fondo del cañón, donde se encontró con otros excursionistas.

Colin Jones, junio de 2003
El minero australiano quedó atrapado una milla y media bajo tierra en una mina de carbón ubicada en la costa oriental de Australia, cuando su tractor se volcó en un pozo, aplastando su brazo contra una pared. Aterrado de que el tractor fuera a explotar antes de que llegaran a rescatarlo, rogó a un compañero que le amputara el brazo. Al negarse a hacerlo, lo hizo él mismo con un cuchillo de hoja corta.

Daryl Jane, diciembre de 2006
El residente del estado de Washington quedó atrapado cuando su Jeep se atascó en la nieve, en un camino cerca del monte Adams. Jane, de 37 años, racionó su agua, pasteles de arroz y plátanos. Cuando se le acabó el agua, bebió de charcos. Después de casi dos semanas, ya había escrito cartas de despedida a sus seres queridos, cuando lo encontraron. A pesar de las bajísimas temperaturas, no sufrió congelación.

Futbolistas en el Golfo de México,  2009
Cuatro atletas, incluídos dos futbolistas estadounidenses, cayeron al agua en el Golfo de México, a 121 kilómetros de la costa, cuando su bote de pesca volcó. Después de casi dos días, y en olas de hasta cuatro metros y medio, comenzaron a temblar violentamente y alucinar, mientras uno por uno sucumbían al delirio, la hipotermia y el agotamiento. Sólo sobrevivió Nick Schuyler, un entrenador personal.

Jamie Neale, julio de 2009
El excursionista británico de 19 años, Jamie Neale, estuvo perdido 12 días en las Montañas Azules de Australia, al oeste de Sydney.  Dijo a las autoridades que se desorientó y se apartó de la ruta.  Sobrevivió al abrigarse con cortezas de árbol y fue rescatado cuando dos soldados que caminaban por el bosque escucharon sus gritos pidiendo ayuda.

Amos Wayne Richards, 2011
Richards, de 64 años, se rompió la pierna y se dislocó un hombro al caer mientras caminaba solo en un desierto de Utah. Con sólo dos barritas de proteína para comer, Richards ajustó su hombro y comenzó a arrastrarse a través del terreno hacia su auto.  Después de cuatro días, lo descubrió el equipo de salvamento que lo buscaba en helicóptero, quienes le trataron la lesión en la pierna y la deshidratación.

Jin Abe y Sumi Abe, marzo de 2011
Sumi Abe y su nieto Jin Abe quedaron atrapados debajo de su casa cuando el tsunami del 11 de marzo arrasó con su vecindario en Ishinomaki, a lo largo de la costa nororiental de Japón.  Después de nueve días, el adolescente pudo por fin avanzar a través de un hueco entre los escombros. Sobrevivieron comiendo yogurt y otros bocados del refrigerador y fueron rescatados con síntomas de hipotermia


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